martes, 26 de marzo de 2019

ENSAYO ¿Qué emociones te inspira el arte?

          Como espectadores cuando entramos a una galería, museo, exposición, concierto o cine, nos adentramos e involucramos con los sentidos, vamos sintiendo y viviendo la experiencia hasta que empezamos a experimentar en nuestro interior un cúmulo de emociones, pero ¿sabemos identificar cuáles son esas emociones? Además, está el artista y cómo interactúa con sus emociones en la creación de su obra.

          Parece bastante evidente lo que supuestamente obtenemos de las obras de arte y del valor que les concedemos. Y es que existen las llamadas “teorías expresivistas” que defienden que las obras de arte encarnan o generan emociones, que las expresan, las suscitan, las evocan, las comunican o las trasmiten.

          “La conexión entre arte y emoción es lo suficientemente importante como para ofrecer un intento de reconciliación, según para el autor británico Collingwood, y abriendo, al mismo tiempo, puertas a la consideración de la relación entre arte y estados de ánimo. ¿Es acaso posible identificar la emoción que sentimos?” (Castro, 2017).

        El arte da forma y visibilidad a nuestras emociones, atribuyéndole a las obras un sello de perpetuidad, saben encarnar los afectos humanos. Sin embargo, hay artes que generan emociones, pero no todo lo que emociona es arte, parece que la emoción tampoco es condición para hablar de arte. En la actualidad encontramos ejemplares que no expresan, suscitan o generan emoción alguna. 

          “En la aprehensión estética, percibimos el mundo a través de un sentimiento subjetivo, y no de predicados determinados como, por ejemplo, la perfección, tal como se pensaba en la estética premoderna. Ahora, el sentimiento se vuelve autónomo en el ámbito estético y solo por medio de él podemos lograr la apreciación estética sin necesidad de concepto alguno. Por eso, la emoción y el sentimiento adquieren un papel tan importante en la estética moderna y, por desarrollo de la misma, en la romántica. La cuestión ha llegado también a la estética contemporánea” (Castro, 2017).

            Richard Wollheim (1972) sostiene que una obra de arte expresa lo mismo que un gesto o un grito, es decir, surge directamente de un estado emocional o mental. Una obra de arte es expresiva en el sentido de que encarna la emoción del artista, independientemente del efecto emotivo que tenga en el público. Si la obra de arte expresa la emoción del artista como un rostro dolorido expresa el dolor. En primer lugar, considera que el artista en su proceso creativo experimenta emociones que comunican sus obras. Atribuir a posteriori al artista las emociones que supuestamente se considera que encarna la obra. Esta manera de conceptuar el arte nos legitima para considerar la obra de arte como un medio para el fin de transmitir emociones.

             “El idealismo de Collingwood, por el contrario, le lleva a defender una idea que lo emparenta con el neoplatonismo antiguo y el conceptualismo moderno: la obra de arte, primariamente, se dice de la cosa interna, mental, del proceso de constitución, y no tanto del objeto. 
Para Collingwood, la esencia del arte es ser una actividad mediante la cual cobramos conciencia de nuestras propias emociones. Para cumplir esta función mágica, el arte no necesita gran excelencia estética, si bien la sociedad en la que se dé puede exigírselo. Por ejemplo, este arte acontece, en los rituales que tienen la función de generar emociones específicas. Junto a este arte mágico está el arte de diversión, encarnado, por ejemplo, en la pornografía y todo lo relacionado con el terror, donde se generan situaciones ilusorias para descargar ciertas emociones y evitar que se descarguen en la vida práctica” (Castro, 2017).

            Podemos concluir que la emoción está íntimamente ligada con el arte, y que una emoción será consiente hasta que sea expresada, mientras solo será una emoción perturbadora cuya naturaleza es ignorada. Que el arte es el vehículo o medio por el cual se puede expresar un tipo diferente de color emocional. Así mismo la obra es un estado interno que determina la condición emocional del artista.





Bibliografía
Castro, S. (2017). Una aproximación al complejo emotivo del arte. Aisthesis, 67-83.
Wolheim, R. (1972). El arte y sus objetos. Barcelona: Seix Barral.


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